viernes, 27 de febrero de 2015

Las ciudades, sumideros de energia


EL PROBLEMA Y LAS ACCIONES.

En las ciudades debería llevarse a cabo planes de actuación para el uso racional de la energía en los sectores de transporte, del comercio, de servicios y usos domésticos.
                        En los últimos cincuenta años la población mundial casi se ha duplicado en su conjunto. La tasa de nacimientos en zonas urbanas y el desplazamiento a las áreas rurales han hecho que más del 50% de la población mundial viva en ciudades.
                        Este proceso progresivo de crecimiento de las zonas urbanas es un problema pero a la vez un reto que no empieza a asumirse desde la Cumbre de la Tierra, celebrada en Río de Janeiro en 1992, cuando la preocupación por el desarrollo sostenible de las ciudades comienza a tomar cuerpo. No es novedad que la mayoría de los principios y estrategias establecidas han quedado en meras declaraciones. La Agenda 21 Local podría considerarse el único documento que ha experimentado un desarrollo después de la cumbre de Río de Janeiro. 


LAS CIUDADES Y LA ENERGÍA.


Las principales preocupaciones de los procesos de desarrollo sostenible se llevan a cabo en cuatro ámbitos principales: reducción de residuos, conciencia pública, calidad de agua y embellecimiento y mejora de las ciudades. No se detecta una preocupación definida sobre los problemas derivados de la gestión inadecuada e insostenible de los recursos energéticos en las áreas urbanas.
                        Las ciudades se comportan como verdaderos sumideros de energía y, en consecuencia, es el tratamiento de este problema uno de los retos de la sostenibilidad en áreas urbanas. Problema que, si consideramos la tendencia generalizada a la concentración de la población en ciudades, se ira agravando con el paso de los años.


CONSUMO ENERGÉTICO, CIUDADES Y CIUDADANOS.


El sector industrial ha sido el gran demandante de energía en décadas pasadas. Estas industrias, no se relacionan con el fenómeno urbano ni con la valoración de la demanda energética en ciudades y áreas metropolitanas, aunque marcan las características del entorno, en especial en el medio ambiente.
                        El consumo energético en uso doméstico y en servicios es un concepto eminentemente urbano. La sanidad, educación y, en general, la oferta de bienes públicos consumen una cierta y creciente cantidad de energía, pero son otros sectores, también demandados, los que precisan aportes energéticos muy significativos. En las ciudades del Primer Mundo, se observa un aumento del consumo energético de los hogares, que está relacionado con la sensación de confort y con la capacidad de gasto asumible por los consumidores en un sistema liberalizado y en el que los hábitos de consumo están viciados.
                        Aun así, el problema más acuciante de estas ciudades y áreas metropolitanas es el referido al transporte de personas y de mercancías. El crecimiento de las viviendas y zonas residenciales no va precedido, por norma general, de las convenientes infraestructuras para el servicio de la población, que implique una necesidad de movilidad menor y mejor organización.
                        Otro problema energético inherente a las ciudades del Primer Mundo es el asociado al tiempo de ocio. El disfrute que se hace de la ciudad es muy relativo, lo que conlleva salidas con excesiva frecuencia. Siempre ha existido este tipo de movilidad, pero en la actualidad es más intensa.

Conclusiones principales sobre las ciudades y la energía se puede explicar mediante varias soluciones. Debería llevarse a cabo un conjunto de planes de actuación para el uso racional de la energía en los sectores del transporte, del comercio, de servicios y usos domésticos. Las administraciones públicas deben dar ejemplo con buenas gestiones energéticas llevabas a cabo en sus actividades, edificios y servicios. Es necesario la elaboración de planes de movilidad con atención prioritaria al uso de medios públicos de transporte. Las ciudades y áreas metropolitanas son responsables de la mitad de las emisiones de CO2 por su consumo de combustibles y electricidad. La mala planificación urbana es un factor crítico en el elevado consumo energético en transporte. Es urgente optimar los edificios desde el punto de vista energético. La calefacción es el mayor demandante de energía. Aislamientos en ventanas, doble cristal y otras medidas son imprescindibles.












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