EL PROBLEMA Y LAS ACCIONES.
En las ciudades debería
llevarse a cabo planes de actuación para el uso racional de la energía en los
sectores de transporte, del comercio, de servicios y usos domésticos.
En los últimos cincuenta años la población
mundial casi se ha duplicado en su conjunto. La tasa de nacimientos en zonas
urbanas y el desplazamiento a las áreas rurales han hecho que más del 50% de la
población mundial viva en ciudades.
Este
proceso progresivo de crecimiento de las zonas urbanas es un problema pero a la
vez un reto que no empieza a asumirse desde la Cumbre de la Tierra, celebrada
en Río de Janeiro en 1992, cuando la preocupación por el desarrollo sostenible
de las ciudades comienza a tomar cuerpo. No es novedad que la mayoría de los
principios y estrategias establecidas han quedado en meras declaraciones. La
Agenda 21 Local podría considerarse el único documento que ha experimentado un
desarrollo después de la cumbre de Río de Janeiro.
LAS CIUDADES Y LA ENERGÍA.
Las principales preocupaciones
de los procesos de desarrollo sostenible se llevan a cabo en cuatro ámbitos
principales: reducción de residuos, conciencia pública, calidad de agua y
embellecimiento y mejora de las ciudades. No se detecta una preocupación definida
sobre los problemas derivados de la gestión inadecuada e insostenible de los recursos
energéticos en las áreas urbanas.
Las
ciudades se comportan como verdaderos sumideros de energía y, en consecuencia,
es el tratamiento de este problema uno de los retos de la sostenibilidad en
áreas urbanas. Problema que, si consideramos la tendencia generalizada a la
concentración de la población en ciudades, se ira agravando con el paso de los
años.
CONSUMO ENERGÉTICO, CIUDADES Y CIUDADANOS.
El sector industrial ha sido
el gran demandante de energía en décadas pasadas. Estas industrias, no se relacionan
con el fenómeno urbano ni con la valoración de la demanda energética en
ciudades y áreas metropolitanas, aunque marcan las características del entorno,
en especial en el medio ambiente.
El consumo energético en uso doméstico y en
servicios es un concepto eminentemente urbano. La sanidad, educación y, en
general, la oferta de bienes públicos consumen una cierta y creciente cantidad
de energía, pero son otros sectores, también demandados, los que precisan aportes
energéticos muy significativos. En las ciudades del Primer Mundo, se observa un
aumento del consumo energético de los hogares, que está relacionado con la
sensación de confort y con la capacidad de gasto asumible por los consumidores
en un sistema liberalizado y en el que los hábitos de consumo están viciados.
Aun así, el problema más acuciante de estas
ciudades y áreas metropolitanas es el referido al transporte de personas y de
mercancías. El crecimiento de las viviendas y zonas residenciales no va
precedido, por norma general, de las convenientes infraestructuras para el
servicio de la población, que implique una necesidad de movilidad menor y mejor
organización.
Otro
problema energético inherente a las ciudades del Primer Mundo es el asociado al
tiempo de ocio. El disfrute que se hace de la ciudad es muy relativo, lo que
conlleva salidas con excesiva frecuencia. Siempre ha existido este tipo de
movilidad, pero en la actualidad es más intensa.Conclusiones principales sobre las ciudades y la energía se puede explicar mediante varias soluciones. Debería llevarse a cabo un conjunto de planes de actuación para el uso racional de la energía en los sectores del transporte, del comercio, de servicios y usos domésticos. Las administraciones públicas deben dar ejemplo con buenas gestiones energéticas llevabas a cabo en sus actividades, edificios y servicios. Es necesario la elaboración de planes de movilidad con atención prioritaria al uso de medios públicos de transporte. Las ciudades y áreas metropolitanas son responsables de la mitad de las emisiones de CO2 por su consumo de combustibles y electricidad. La mala planificación urbana es un factor crítico en el elevado consumo energético en transporte. Es urgente optimar los edificios desde el punto de vista energético. La calefacción es el mayor demandante de energía. Aislamientos en ventanas, doble cristal y otras medidas son imprescindibles.
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