jueves, 26 de febrero de 2015

A+T : HYBRIDS III. Residential Mixed-Use Buildings. Condensador social / Híbrido

  

   

      La sostenibilidad entendida como base para una buena arquitectura adquirirá un carácter y definición distinta según su contexto y momento histórico. Me gustaría dejar de lado aquellos elementos o aparatos que permiten acercar la sostenibilidad a lo medioambiental  y que teniendo su debida importancia, no resultan más que un vestido para la arquitectura. Sin embargo podríamos considerar la sostenibilidad social como un valor eterno y duradero que se refiere al alma de cualquier arquitectura: las relaciones de los seres que la habitan. Para ello me remito al concepto de condensador social.
               
     La sociedad comunista que acoge a Moisei  Ginzburg le obliga a pensar en un tipo de vivienda colectiva donde las condiciones de vida del obrero se ven deterioradas por una falta de espacio que se traduce en una excesiva cesión de intimidad. El planteamiento del arquitecto es en este caso una dignificación de ese espacio íntimo y único que por su estrecha dimensión es indivisible. Será más adelante Perec quién ratifique esta postura cuando nos habla de la cama como “espacio individual por excelencia, el espacio elemental del cuerpo”.
              
     La garantía de un espacio íntimo se traduce en un una cesión de parte de tu espacio privado a la vida pública. Así actividades que antes eran propias de la vida se trasladan a cocinas, lavanderías o guarderías comunes. Se crea un vínculo entre los miembros de la comunidad que reafirma el concepto de vivienda colectiva. Su traducción formal es el edificio de viviendas Narkomfin construido entre 1928 y 1932 por Moisei Ginzburg e Ignaty Milinis, que mediante calles interiores y dobles alturas consigue incorporar las células mínimas de vivienda en bloque y conectarlas con un volumen anexo que guarda los servicios comunes.
               
     Será Le Corbusier quién en 1946 incorpore este concepto a la “Unité d´habitation” concebida como un crucero donde la comunidad se convierte en ciudad, una serie de servicios comunes se agrupan en tres niveles. La cubierta se convierte en el espacio público por excelencia. Este concepto de comunidad cerrada y de bloque aislado que para Le Corbusier constituía un modelo ideal podría resultar socialmente sostenible siempre y cuando la heterogeneidad de sus individuos sea una premisa, es decir, una pequeña muestra de la ciudad en su totalidad. La realidad es otra, el valor del suelo es muy diferente, y una sociedad basada en el capitalismo tiende a sectorizar clases sociales. Ejemplos como las 3000 viviendas nos muestran un modelo de vida urbana que acoge una comunidad incompatible con su contexto próximo. El resultado es una comunidad exenta, una ciudad en la ciudad a la que no quiere pertenecer.

    Estos ejemplos, con más o menos éxito se han pensado desde el individuo, un número limitado de persona que ceden parte de su espacio privado a la comunidad. Cuando a este flujo de relaciones se le une un flujo económico y de intereses privados surge un nuevo concepto, el híbrido. El valor del suelo en la sociedad capitalista tiende a la densificación, a la construcción vertical que Hilberseimer propone en sus modelos de ciudad. Una sectorización de usos que aúna intereses de distintos promotores provocando relaciones entre desconocidos. Un ejemplo de ello es la estación de tren de New York cuando en 1913, se propone la adición de un hotel, uso que económicamente supone una compatibilidad total con el tránsito continuo de pasajeros. Sin embargo, cuando intervienen otros usos, los recorridos y tránsitos pueden presentar incompatibilidades, sobre todo en uso vivienda que es el más delicado.
               
     Un ejemplo de esto puede ser la Torre Velasco en Milán, que en sus niveles inferiores acoge el uso oficinas y comercio, mientras sus plantas  superiores se reservan para viviendas. La convivencia de estos dos usos debe ser tratada con independencia y la sostenibilidad social reside en este caso en que ambos agentes no se intersequen. La hibridación aunque producto de la economía, fortalece la vida en la ciudad permitiendo que por ejemplo, una manzana de oficinas con unas horas de actividad, reciba otros usos que incrementen los flujos en la zona.
               
     Desde el punto de vista de una ciudad contemporánea creo que una arquitectura que borre los límites entre los términos explicados podría producir una sociedad donde distintas comunidades interactúen. Comunidades caracterizadas por la densidad y heterogeneidad, que se intersequen continuamente produciendo relaciones entre sus distintos habitantes pero respetando su individualidad como desconocidos.


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