viernes, 27 de febrero de 2015

En búsqueda de la cohesión urbana de la ciudad existente.

En el texto “¿Qué pasó con el Urbanismo?, 1994, Rem Koolhaas” se aborda la evolución de la planificación urbana hasta su desenlace en la ciudad actual. Se aqueja de todo aquel proceso que se viene produciendo desde el Movimiento Moderno y que alberga situaciones insostenbles desde el punto de vista local y desde la planificación urbana existente además del gran despilfarro de suelo que se ha producido por esta práctica. 


“Si va a existir un “nuevo urbanismo” no estará basado en las fantasías gemelas del orden y la omnipotencia será la puesta en escena de la incertidumbre.
Ya no se involucrará en la disposición de objetos más o menos permanentes, si no en la irrigación de territorios con potencial ya no buscará configuraciones estables sino más bien la creación de campos posibilitantes que acomoden procesos reacios a cristalizar una forma definitiva ya no trabajará sobre la definición meticulosa, la imposición de límites, sino sobre la expansión de nociones, la denegación de límites. Ya no tratará de separar e identificar entidades, si no del descubrimiento de híbridos innombrables ya no estará más obsesionada con la ciudad si no con la manipulación de la infraestructura para provocar intensificaciones y diversificaciones, atajos y redistribuciones sin fin – la reinvención del espacio psicológico. Ya que lo urbano es ahora invasivo, el urbanismo no será nunca más sobre lo nuevo, sólo sobre lo “más” y lo “modificado”. No será sobre lo civilizado, si no sobre lo subdesarrollado.
Ya que está fuera de control, lo urbano está a punto de convertirse en un vector mayor de la imaginación. Redefinido, el urbanismo no será sólo, o mayormente, una profesión, sino una forma de pensar, una ideología: aceptar lo que existe. Estábamos construyendo castillos de arena. Ahora nadamos en el mar que se los llevó”.

“Estábamos construyendo castillos de arena. Ahora nadamos en el mar que se los llevó”
Rem Koolhaas





Plan de ensanche del barrio de Vallecas, Madrid.


Menciona esto Koolhaas con un punto de vista bastante acertado. Hasta hoy día, las ciudades han crecido de forma descontrolada, absorbiendo las zonas adyacentes sin parecer parar, convirtiendo lugares que antes tenían sus propias peculiaridades en simples partes de la ciudad y desprovistas de todas sus vivencias anteriores. Un crecimiento cuyo objetivo ha sido satisfacer multitud de necesidades dispares y acoger multitud de desplazamientos migratorios, creando zonas metropolitanas gigantes con una problemática muy concreta y, ahora, teniendo que actuar sobre esa problemática para buscar un modelo sostenible. En definitiva se está pagando lo que ha ocurrido con estas prácticas durante todo el siglo XX. Koolhaas, en ese sentido, nos da su recetario y nos muestra el nuevo camino que se tiene que seguir: un modelo de planificación que aborde las zonas marginales o deterioradas del conjunto urbano, una asignación de nuevos usos dependiendo del estado y la necesidad del entorno, una mejora de la accesibilidad de las zonas, un replanteamiento de los grandes espacios públicos, etc…

Las situaciones desarregladas son las que ahora tiene que abordar la arquitectura. El camino recorrido ya es largo. Diversos autores han entrado ya en la cuestión sobre las ciudades de gran tamaño existentes con núcleos diversos.

En “Ciudad de baja densidad, 2007”, Francisco Indovina enumera una serie de principios sobre los que se sostiene una gestión de un gran ámbito metropolitano, en los que cada aportación aislada contribuye a todo un bien general. Sus argumentos se resumen en una equidad.

“Se trata de prestar atención a los desequilibrios económicos entre las distintas zonas del área, tanto a los ya existentes como a los que puedan manifestarse durante el proceso de metropolización, planteando objetivos de reequilibrio” sin dejar de lado las diferencias sociales, la densificación –tratando de buscar un grado de compactación de los asentamientos-,  control de los recursos –con medidas energéticas sostenibles-, el desarrollo local de áreas que han quedado obsoletas como oportunidades donde intervenir, la difusión de la innovación y su reflejo en el desarrollo de la producción científica y tecnológica puestas al servicio de la sociedad, el progreso cultural de esa sociedad, el reciclaje y recuperación de las piezas patrimoniales como foco de atracción -tanto edificado como natural-  y su puesta en valor en el caso de ser natural, la prevalescencia de un interés global frente a uno individual y como soporte territorial un sistema eficaz de infraestructuras.”


En definitiva, tratemos de unir el descosido actual en estos ámbitos urbanos a la vez que demos respuestas a las necesidades locales existentes. A ese nivel local, añadir la complejidad de otorgar espacios que perduran bastantes décadas en las que sus usuarios pudieran ser distintos. La concesión de esos espacios no puede obedecer, como dice Koolhaas, a un único modelo de actuación. El ser capaces de dotar a un edificio de unas características que sea capaz de albergar multitud de situaciones, a lo largo de su historia, es la tarea que se nos plantea el día de mañana. 

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