miércoles, 15 de abril de 2015

LAS TRES ECOLOGÍAS







LAS TRES ECOLOGÍAS

                                 Félix Guattari


                                 Resumen general







Actualmente existe una crisis ecológica a escala planetaria que está provocando una revolución política, social y cultural. Aparece la denuncia de los modos dominantes de valoración de las colectividades humanas, por un lado los bienes ya no son sólo materiales sino también inmateriales y el mercado mundial actual lamina los sistemas particulares de valor y coloca en el mismo plano de equivalencia bienes materiales, culturales y naturales. Las relaciones sociales y las relaciones internacionales están bajo el dominio de las máquinas policiales y militares. Los Estados ven cómo su papel tradicional de mediación se reduce cada vez más y se pone al servicio de los complejos mili-taro-industriales. Sólo una articulación ético-política (ecosofía) entre los tres registros ecológicos, el del medio ambiente, el de las relaciones sociales y el de la subjetividad humana, sería susceptible de clarificar convenientemente estas cuestiones.

Los nuevos desafíos multipolares de las tres ecologías sustituyen a las antiguas luchas de clase obrera-burguesía y actualmente se encuentran en el primer plano de relevancia.
Los campos de subjetividad creados por los antagonismos de clase del siglo XIX como la subjetividad obrera, se han desmoronado y las jerarquías y segregaciones heredadas se diluyen por el sentimiento de pertenencia social que el sistema de valores unidimensionalizantes de occidente impone.

De esta manera, se pasa del igualitarismo de fachada propio del comunismo al serialismo mass-mediático. Problemas como el hambre en el mundo podrían ser eliminados en un futuro por el progreso en la tecnología agroalimentaria, pero resulta ilusorio pensar que la ayuda internacional, tal como se concibe y se presta en la actualidad, consiga resolver de forma duradera algún problema. La instauración a largo plazo de inmensas zonas de miseria, de hambre y de muerte parece desde ahora formar parte integrante del monstruoso sistema de «estimulación» del Capitalismo Mundial Integrado, que crea nuevos núcleos de hiperexplotación como Hong Kong, Taiwan o Corea del Sur. En los países desarrollados también detectamos la instauración de zonas de paro y marginación.

Aunque existen nuevos medios técnico-científicos, la incapacidad de las fuerzas sociales organizadas de hacerlos operativos impide que se llegue a una resolución de estos problemas.
Estas situaciones llevan a una serie de reivindicaciones de singularidad como pueden ser los nacionalismos que reclaman una revisión de la ecología de lo social. Las oposiciones dualistas tradicionales están caducas por la introducción de nuevos sistemas multipolares, así la dualidad tercer mundo vs mundo desarrollado carece de sentido al aparecer nuevas potencias industriales y al mismo tiempo una tercermundización interna en estos países desarrollados.

El antagonismo transversal hombre/ mujer sigue siendo hoy día, a escala planetaria, un tema estancado comparable a la explotación del siglo XIX. Sin embargo una revolución subjetiva incipiente no ha cesado de trabajar la condición femenina estos dos últimos decenios y parece que podría ser el comienzo de transformaciones de larga duración.
La juventud se encuentra aplastada por la relaciones económicas dominantes y manipulada por los medios de producción de subjetividad colectiva, pero encuentran en campos como la cultura rock la posibilidad de crear territorios existenciales que consiguen separarlos de la subjetividad normalizada.

En estos contextos de fragmentación, de descentramiento, de desmultiplicación de los antagonismos y de los procesos de singularización surgen transversalmente las nuevas problemáticas ecologistas. Se ve necesario una recomposición de las praxis humanas a todas las escalas individuales y colectivas y para ello son necesarios los dispositivos de creación de subjetividad. Esto no estaría reñido con la definición de nuevos objetivos unificadores como el hambre en el mundo, la deforestación, la industria nuclear, etc. Que no suponen consignas reduccionistas.

Esto lleva a la producción de existencia humana en nuevos contextos históricos, con lo que la ecosofía social consistirá, pues, en desarrollar prácticas específicas que tiendan a modificar y a reinventar formas de ser en el seno de la pareja, en el seno de la familia, del contexto urbano, del trabajo, etcétera. Esto es debido al aumento de la demografía en nuestras sociedades junto con una disminución en la intensidad de las relaciones sociales.

Por su parte, la ecosofía mental se verá obligada a reinventar la relación del sujeto con el cuerpo mediante una aproximación más hacia el trabajo del artista que del técnico.

Si no se produce una rearticulación de los tres registros fundamentales de la ecología, desgraciadamente se puede presagiar el ascenso de todos los peligros: los del racismo, del fanatismo religioso, de los cismas nacionalitarios que tienden hacia nuevas posturas reaccionarias.


La interioridad de cada individuo se instaura en el cruce de múltiples componentes de subjetivación relativamente autónomos los unos en relación con los otros, y si el sujeto no está preparado, con captará muchos de los territorios reales de la existencia. Por ello es necesario tirar del inconsciente hacia el progreso mediante acciones futras que pueden ser animales, como el caso de la utilización estos para técnicas agrícolas, o maquínicas, como ocurre actualmente con los ordenadores y el avance que ello supone en nuestra sociedad.

Es necesario mejorar las relaciones de la humanidad con el socius, la psique y la naturaleza mediante la recomposición de las prácticas sociales e individuales según la ecología social, la ecología mental y la ecología medioambiental, bajo la defensa ético-estética de una ecosofía.
No resultaría justo separar la acción de la psique, al igual que no es justo separar la sociedad y el medioambiente.

Una reorientación de principios y objetivos del estado actual hacia finalidades más humanas es necesario una vez que conocemos los límites de los poderes técnico- científicos de la humanidad que problemas como el de Chernóbil o el Sida nos han mostrado.

Hoy menos que nunca puede separarse la naturaleza de la cultura, y hay que aprender a pensar «transversalmente» las interacciones entre ecosistemas, mecanosfera y Universo de referencias sociales e individuales. Para la ecología social el homeless es lo que los peces muertos a la ecología medioambiental. La lógica de la ecología se asocia al movimiento e intensidad de los procesos evolutivos. Para desvincular a la ecología de dinámicas desestructurantes hay que buscar algo que se oponga al orden normal, vectores disidentes despojados de denotación y significación que creen rupturas asignificantes suaves.
De esta manera entendemos que arte y religión conforman rupturas de sentido existencializantes en la sociedad y que el aumento en la apropiación de bienes materiales conlleva a un vacío en la subjetividad.

Ante la degradación irreversible de los operadores tradicionales de regulación social y la segregación social debido a un conservadurismo subjetivo, se establece una situación de crispación existencial, provocada en cierta medida por los objetivos productivo-económico-subjetivo del capitalismo postindustrial a través de los medios de comunicación y publicidad.

La ecología social debería trabajar en la reconstrucción de las relaciones humanas en todos los niveles de la sociedad, remarcando la intensidad a la hora de infiltrarse en estratos subjetivos y promocionando las inversiones afectivas sobre grupos humanos de dimensiones diversas.

La ecología mental se centra en la producción singular de existencia en el propio individuo, ya que la subjetividad capitalista se embriaga y se anestesia en un sentimiento colectivo de pseudoeternidad. Se trabajará con incidentes fuera de la norma en un trabajo potencial de la subjetivación, desarrollando múltiples niveles de práctica que no deben estar conectados ni trascender.

Un aspecto fundamental de esta teoría es que la ecología no impone la resolución de los contrarios. En lo social se apuntan objetivos comunes para llegar a una expresión creadora, mientras que en lo medioambiental es necesario descentrar las luchas sociales y asumir su propia identidad, fuera de grupos minoritarios y cuestionando el conjunto de la subjetividad y de cómo entendemos la realidad de los ecosistemas.

Para ello es necesario domesticar los territorios existenciales y hacerlos habitables por un proyecto humano y a través de la anotación cartográfica para crear un soporte expresivo singular. Las prácticas han de ser explicadas a través de términos estético-existenciales y no científicos y deben encontrar, como ya dijimos antes, rupturas asignificantes para trabajar al servicio de una autorreferencia existencial y generar una subjetividad disidente.

Por lo tanto la ecología mental debe volver a apreciar la finalidad del trabajo y de las relaciones humanas en función de otros criterios que no sean los del rendimiento y el beneficio. Así, se producirá la reconstrucción de los mecanismos sociales para hacer frente a los estragos del Capitalismo Mundial Integrado, a través de prácticas alternativas basadas en el respeto a la singularidad y no de leyes.

Otra vía de acción es la recuperación de los mass-media, en poder de las potencias capitalísticas, hacia una vía de resingularización, ya que la mass-mediatización de tipos de subjetividad como la serial o la elitista, tiende a separar a la sociedad. Por ello es necesario reincorporar los medios de comunicación para tomas de conciencia masivas, transformación de las luchas sociales y también para la recomposición de los procesos de trabajo sobre los sistemas industriales.
La búsqueda de nuevos sistemas de valorización que ayuden a ampliar la financiación del Tercer Sector también es una cuestión a tratar por la ecología social.

En cuanto a la ecología medioambiental, es necesario que los equilibrios naturales se incluyan en los procesos de intervención humanos y que la idea de recreación constante del mundo en contra de una génesis bíblica se asiente en la conciencia.
Con individuos cada vez más solidarios e independientes al mismo tiempo, reconquistando la autonomía creadora en el dominio personal para recuperarla en otros dominios, la humanidad necesita volver a recuperar la confianza en sí misma.

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