LAS TRES ECOLOGÍAS
Félix Guattari
Resumen general
Actualmente
existe una crisis ecológica a escala planetaria que está provocando una
revolución política, social y cultural. Aparece
la denuncia de los modos dominantes de valoración de las colectividades humanas,
por un lado los bienes ya no son sólo materiales sino también
inmateriales y el mercado mundial actual lamina los sistemas particulares de valor y coloca en el
mismo plano de equivalencia bienes materiales, culturales y naturales. Las relaciones
sociales y las relaciones internacionales
están bajo el dominio de las máquinas policiales y militares. Los Estados ven
cómo su papel tradicional de mediación se reduce cada vez más y se pone al
servicio de los complejos mili-taro-industriales. Sólo una articulación
ético-política (ecosofía) entre los tres registros ecológicos, el del medio
ambiente, el de las relaciones sociales y el de la subjetividad humana, sería
susceptible de clarificar convenientemente estas cuestiones.
Los nuevos desafíos multipolares de
las tres ecologías sustituyen a las antiguas luchas de clase obrera-burguesía y
actualmente se encuentran en el primer plano de relevancia.
Los campos de subjetividad creados
por los antagonismos de clase del siglo XIX como la subjetividad obrera, se han
desmoronado y las jerarquías y segregaciones heredadas se diluyen por el
sentimiento de pertenencia social que el sistema de valores
unidimensionalizantes de occidente impone.
De esta manera, se pasa del
igualitarismo de fachada propio del comunismo al serialismo mass-mediático.
Problemas como el hambre en el mundo podrían ser eliminados en un futuro por el
progreso en la tecnología agroalimentaria, pero resulta ilusorio pensar que la
ayuda internacional, tal como se concibe y se presta en la actualidad, consiga
resolver de forma duradera algún problema. La instauración a largo plazo de
inmensas zonas de miseria, de hambre y de muerte parece desde ahora formar
parte integrante del monstruoso sistema de «estimulación» del Capitalismo
Mundial Integrado, que crea nuevos núcleos de hiperexplotación como Hong Kong,
Taiwan o Corea del Sur. En los países desarrollados también detectamos la
instauración de zonas de paro y marginación.
Aunque existen nuevos medios
técnico-científicos, la incapacidad de las fuerzas sociales organizadas de
hacerlos operativos impide que se llegue a una resolución de estos problemas.
Estas situaciones llevan a una
serie de reivindicaciones de singularidad como pueden ser los nacionalismos que
reclaman una revisión de la ecología de lo social. Las oposiciones dualistas
tradicionales están caducas por la introducción de nuevos sistemas
multipolares, así la dualidad tercer mundo vs mundo desarrollado carece de
sentido al aparecer nuevas potencias industriales y al mismo tiempo una
tercermundización interna en estos países desarrollados.
El antagonismo transversal hombre/
mujer sigue siendo hoy día, a escala planetaria, un tema estancado comparable a
la explotación del siglo XIX. Sin embargo una revolución subjetiva incipiente
no ha cesado de trabajar la condición femenina estos dos últimos decenios y parece
que podría ser el comienzo de transformaciones de larga duración.
La juventud se encuentra aplastada
por la relaciones económicas dominantes y manipulada por los medios de
producción de subjetividad colectiva, pero encuentran en campos como la cultura
rock la posibilidad de crear territorios existenciales que consiguen separarlos
de la subjetividad normalizada.
En estos contextos de
fragmentación, de descentramiento, de desmultiplicación de los antagonismos y
de los procesos de singularización surgen transversalmente las nuevas
problemáticas ecologistas. Se ve necesario una recomposición de las praxis
humanas a todas las escalas individuales y colectivas y para ello son
necesarios los dispositivos de creación de subjetividad. Esto no estaría reñido
con la definición de nuevos objetivos unificadores como el hambre en el mundo,
la deforestación, la industria nuclear, etc. Que no suponen consignas
reduccionistas.
Esto lleva a la producción de
existencia humana en nuevos contextos históricos, con lo que la ecosofía social
consistirá, pues, en desarrollar prácticas específicas que tiendan a modificar
y a reinventar formas de ser en el seno de la pareja, en el seno de la familia,
del contexto urbano, del trabajo, etcétera. Esto es debido al aumento de la
demografía en nuestras sociedades junto con una disminución en la intensidad de
las relaciones sociales.
Por su parte, la ecosofía mental se verá obligada a reinventar
la relación del sujeto con el cuerpo mediante una aproximación más hacia el
trabajo del artista que del técnico.
Si no se produce una rearticulación
de los tres registros fundamentales de la ecología, desgraciadamente se puede presagiar
el ascenso de todos los peligros: los del racismo, del fanatismo religioso, de
los cismas nacionalitarios que tienden hacia nuevas posturas reaccionarias.
La interioridad de cada individuo se
instaura en el cruce de múltiples componentes de subjetivación relativamente
autónomos los unos en relación con los otros, y si el sujeto no está preparado,
con captará muchos de los territorios reales de la existencia. Por ello es
necesario tirar del inconsciente hacia el progreso mediante acciones futras que
pueden ser animales, como el caso de la utilización estos para técnicas
agrícolas, o maquínicas, como ocurre actualmente con los ordenadores y el
avance que ello supone en nuestra sociedad.
Es necesario mejorar las relaciones
de la humanidad con el socius, la psique y la naturaleza mediante la recomposición
de las prácticas sociales e individuales según la ecología social, la ecología
mental y la ecología medioambiental, bajo la defensa ético-estética de una
ecosofía.
No resultaría justo separar la acción
de la psique, al igual que no es justo separar la sociedad y el medioambiente.
Una reorientación de principios y
objetivos del estado actual hacia finalidades más humanas es necesario una vez
que conocemos los límites de los poderes técnico- científicos de la humanidad
que problemas como el de Chernóbil o el Sida nos han mostrado.
Hoy menos que nunca puede separarse
la naturaleza de la cultura, y hay que aprender a pensar «transversalmente» las
interacciones entre ecosistemas, mecanosfera y Universo de referencias sociales
e individuales. Para la ecología social el homeless es lo que los peces muertos
a la ecología medioambiental. La lógica de la ecología se asocia al movimiento
e intensidad de los procesos evolutivos. Para desvincular a la ecología de
dinámicas desestructurantes hay que buscar algo que se oponga al orden normal,
vectores disidentes despojados de denotación y significación que creen rupturas
asignificantes suaves.
De esta manera entendemos que arte
y religión conforman rupturas de sentido existencializantes en la sociedad y
que el aumento en la apropiación de bienes materiales conlleva a un vacío en la
subjetividad.
Ante la degradación irreversible de
los operadores tradicionales de regulación social y la segregación social
debido a un conservadurismo subjetivo, se establece una situación de crispación
existencial, provocada en cierta medida por los objetivos productivo-económico-subjetivo
del capitalismo postindustrial a través de los medios de comunicación y
publicidad.
La ecología social debería trabajar
en la reconstrucción de las relaciones humanas en todos los niveles de la
sociedad, remarcando la intensidad a la hora de infiltrarse en estratos
subjetivos y promocionando las inversiones afectivas sobre grupos humanos de
dimensiones diversas.
La ecología mental se centra en la
producción singular de existencia en el propio individuo, ya que la
subjetividad capitalista se embriaga y se anestesia en un sentimiento colectivo
de pseudoeternidad. Se trabajará con incidentes fuera de la norma en un trabajo
potencial de la subjetivación, desarrollando múltiples niveles de práctica que
no deben estar conectados ni trascender.
Un aspecto fundamental de esta
teoría es que la ecología no impone la resolución de los contrarios. En lo
social se apuntan objetivos comunes para llegar a una expresión creadora,
mientras que en lo medioambiental es necesario descentrar las luchas sociales y
asumir su propia identidad, fuera de grupos minoritarios y cuestionando el
conjunto de la subjetividad y de cómo entendemos la realidad de los
ecosistemas.
Para ello es necesario domesticar
los territorios existenciales y hacerlos habitables por un proyecto humano y a
través de la anotación cartográfica para crear un soporte expresivo singular. Las
prácticas han de ser explicadas a través de términos estético-existenciales y no
científicos y deben encontrar, como ya dijimos antes, rupturas asignificantes
para trabajar al servicio de una autorreferencia existencial y generar una
subjetividad disidente.
Por lo tanto la ecología mental
debe volver a apreciar la finalidad del trabajo y de las relaciones humanas en
función de otros criterios que no sean los del rendimiento y el beneficio. Así,
se producirá la reconstrucción de los mecanismos sociales para hacer frente a
los estragos del Capitalismo Mundial Integrado, a través de prácticas
alternativas basadas en el respeto a la singularidad y no de leyes.
Otra vía de acción es la
recuperación de los mass-media, en poder de las potencias capitalísticas, hacia
una vía de resingularización, ya que la mass-mediatización de tipos de
subjetividad como la serial o la elitista, tiende a separar a la sociedad. Por
ello es necesario reincorporar los medios de comunicación para tomas de
conciencia masivas, transformación de las luchas sociales y también para la
recomposición de los procesos de trabajo sobre los sistemas industriales.
La búsqueda de nuevos sistemas de
valorización que ayuden a ampliar la financiación del Tercer Sector también es
una cuestión a tratar por la ecología social.
En cuanto a la ecología
medioambiental, es necesario que los equilibrios naturales se incluyan en los
procesos de intervención humanos y que la idea de recreación constante del
mundo en contra de una génesis bíblica se asiente en la conciencia.
Con individuos cada vez más
solidarios e independientes al mismo tiempo, reconquistando la autonomía
creadora en el dominio personal para recuperarla en otros dominios, la
humanidad necesita volver a recuperar la confianza en sí misma.
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